Inteligencia emocional
¿Qué es una emoción?
Para trabajar de manera óptima la inteligencia emocional, es importante definir lo que es una emoción.
Una emoción, es una alteración del ánimo, intensa y pasajera, agradable o penosa, acompañada de cierta conmoción somática (por ejemplo: tensión muscular, incremento de la frecuencia cardíaca o de la respiración).
Es una reacción natural que pone en alerta a una persona, cuando aparecen situaciones que pueden suponer amenaza o peligro, entre muchas otras.
Se genera como una respuesta organizada a un acontecimiento externo o un suceso interno (pensamiento, imagen, conducta, etc.). Primeramente tiene lugar el proceso perceptivo del evento, al que le sigue una valoración. El resultado es una reacción neuropsicológica, comportamental o cognitiva.
Las emociones, son generadas por el sistema límbico, grupo de estructuras que dirigen las emociones y el comportamiento.
¿Qué influye en una emoción?
A la hora de producirse una emoción, se han de tener en cuenta cuatro aspectos:
Situación que la produce
Conjunto de sensaciones o serie de reacciones fisiológicas específicas
Serie de pensamientos
Serie de respuestas concretas adecuadas para esa situación en particular
Diferencia entre emociones y sentimientos
Emociones
Reacciones fisiológicas que ocurren de manera espontánea y automática
Responden a un estímulo
Inconscientes e inmediatas
De corta duración
Antes que la razón
Universales
Intensas
Encaminadas a la acción
Sentimientos
Interpretación de las emociones, se regulan mediante los pensamientos
Estado de ánimo estable
Conscientes y progresivos
De larga duración
Después de interpretar y pensar
Individuales
Menos intensos, pero más profundos
Toma de decisiones
¿De qué dependen? ¿Cómo varían de una persona a otra?
Habrá quien se deje influir por sus emociones, actuando impulsivamente, sin reflexionar ni tener en cuenta las consecuencias de sus actos; permitiendo que lo dominen sus emociones, por ejemplo: la ira, el odio, el miedo, la confusión o la irritabilidad; que producirán una actividad en el cuerpo e interferirán en su conducta.
Otros serán neutrales o tendrán una visión más positiva.
La intensidad dependerá de los rasgos de personalidad y mecanismos de afrontamiento o de adaptación (solución de problemas) que haya desarrollado un individuo.
¿Qué se necesita para controlar las emociones?
Para poder comprender y controlar las emociones, es necesario tener o haber adquirido algunas habilidades para manejarlas, ya que si no se logra se pueden vivir estados desagradables y/o conductas poco deseables.
Se habla entonces de inteligencia emocional, que es la habilidad de gestionar las emociones, de modo que sean expresadas de forma adecuada y efectiva (Daniel Goleman).
Según Goleman, el IQ solo representa el 20% del éxito de una persona, mientras que el 80% restante viene condicionado por la capacidad de controlar las emociones.
Esto se debe a que las personas con altos EQ, tienen mejor gestión de sus sentimientos, evitan la rumiación de los eventos negativos.
De este modo, mejoran la toma de decisiones, aumentan su creatividad, ejercen un mayor liderazgo, impulsan su habilidad para solucionar problemas y refuerzan su poder de negociación, lo que les facilita la consecución de sus metas (Salovey y Daisy Grewall).
Entender y controlar las emociones puede ayudar a:
Manejar mejor los problemas.
Disminuir el desgaste psicológico.
Permite hacer frente a las dificultades que aparecen en la vida cotidiana.
Permite gestionar de manera adecuada los sentimientos y las emociones.
Mejora la autoestima, da sensación de autonomía y seguridad, aumenta la percepción de control de la situación.
Estimula las relaciones interpersonales.
Mayor rendimiento en distintos ámbitos (académico, laboral…).
¿Cómo desarrollar inteligencia emocional?
La capacidad de sentir una emoción es innata en todas las personas, aunque la forma de reaccionar a ellas puede aprenderse, modificando el resultado de la actividad. Entonces, para manejar las emociones es preciso que la persona sea capaz de reconocer sus propios sentimientos e identificar los ajenos; utilizando la inteligencia emocional, mediante el autocontrol y la empatía.
Inteligencia emocional, no significa reprimir las emociones, sino de tener la capacidad de darles un significado positivo.
La clave está en aprender a identificar y canalizar las emociones para que trabajen en nuestro beneficio, y nos ayuden a controlar nuestro comportamiento y pensamiento, en pro de obtener mejores resultados.
Por tanto, el control de las emociones se traduce en equilibrio emocional, alto desempeño, y productividad. Además, no hay que olvidar que tenemos la capacidad de influir con nuestras emociones en el estado de ánimo de los demás (contagio emocional).
Modelo de regulación emocional
Desde 1999, el Dr. James Gross (psicólogo, catedrático y director del Laboratorio de Psicofisiología en la Universidad de Stanford), propuso un modelo de regulación emocional en función del lugar en el que la estrategia de regulación se inserta dentro del proceso de generación de la emoción. El proceso de generación emocional, según este autor, se puede dividir en varias fases: Situación > Atención > Interpretación > Respuesta. Para cada una de las fases se puede establecer un grupo de estrategias de regulación emocional, entre las que se encuentran la regulación centrada en los antecedentes de la emoción, y la regulación centrada en la respuesta emocional.
El Dr. Gonzalo Hervás (psicólogo clínico y de la salud, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid), realizó una adaptación de este modelo en 2011, planteando que no sólo las emociones intensas o las situaciones traumáticas requieren de un procesamiento emocional, sino que dicho procesamiento es beneficioso ante cualquier emoción. El modelo plantea seis tareas o procesos que permiten un procesamiento emocional óptimo de la experiencia y, en consecuencia, una regulación emocional eficaz. A la inversa, cuando uno de estos procesos es deficitario, la regulación emocional puede verse comprometida en su eficacia. Las etapas de este procesamiento emocinal son:
Apertura
Capacidad de tener acceso consciente a las emociones. ¿Qué provoca este hecho concreto? El polo deficitario sería la alexitimia (incapacidad de identificar, reconocer nombrar o describir las emociones).
Atención
Tendencia a dedicar recursos atencionales a la información emocional recibida en la etapa de apertura. ¿Cuál es el origen de esa reacción? El polo el polo deficitario sería la desatención emocional.
Etiquetado
Identificar y nombrar las emociones. Tener claridad de lo que se siente. ¿Realmente este hecho me enfada o siento decepción?, ¿Rechazo esto por desinterés o por miedo al fracaso? El polo deficitario sería la confusión emocional.
Aceptación
No juzgar de manera negativa, ni evitar lo que se siente. Comprender que todos tenemos emociones que son parte natural del comportamiento humano. Cuando uno niega o se resiste a algo, esto ejerce mayor presión, y termina cronificando el propio malestar. El polo deficitario sería el rechazo emocional.
Análisis
Reflexionar, entender el significado y las implicaciones de las propias emociones. Comprender si el enfado lleva a tomar decisiones prudentes o si el miedo genera desconfianza. El polo opuesto sería la evitación emocional.
Regulación
Modulación de la reacción emocional, ajustar la respuesta a través de estrategias cognitivas, fisiológicas y/o conductuales. Conseguir estar equilibrado, mantener una visión positiva, ser imperturbables en las situaciones más estresantes. El polo contrario sería una alteración emocional.
Áreas en las que se aplica la inteligencia emocional
Intrapersonal
Capacidad de interpretar los propios sentimientos y emociones, así como generar un autoconcepto, autoestima y autoeficacia precisas.
Interpersonal
Capacidad de interpretar los sentimientos y emociones de los demás y dar una respuesta adecuada a estos. Evaluar las consecuencias de estas interacciones, a través de la empatía, el respeto y el desarrollo de habilidades sociales.
Ventajas de la inteligencia emocional
Las emociones gestionadas de manera adecuada ayudan a:
Tomar decisiones asertivas.
Mejora la capacidad de encontrar soluciones en menor tiempo.
Se producen más ideas y se resuelven los problemas de manera creativa.
Mayor satisfacción y éxitos, tanto a nivel personal como profesional.
Aumenta la motivación.
Mejora el sistema inmunitario y la salud en general.
Reduce la ansiedad y el estrés.
Mayor satisfacción en las relaciones de pareja.
Mayor carisma en el círculo social y profesional.
Favorecen el bienestar psicológico.
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