Crianza respetuosa para formar hijos emocionalmente sanos
Existen diversos tipos de crianza que van a establecer las pautas de comportamiento de los niños, algunas características de estas son las siguientes:
PERMISIVO
No hay horarios ni rutina.
Expresión baja de afecto.
Nulo o bajo nivel de exigencia.
Actitud de indiferencia constante.
Escasez de normas o falta de aplicación efectiva de ellas.
El niño se vuelve demandante y exige a los padres lo que considera merecer.
El niño "se da cuenta que él manda y hace lo que quiere".
Son frecuentes los berrrinches.
AUTORITARIO
No hay espacio para el diálogo.
Pocas muestras de afecto.
Normas y castigos excesivos.
Gritos y críticas constantes.
Exigencia muy elevada.
Indicaciones basadas en el "deberías", resaltando lo que "está mal".
Los padres tienden a demandar demasido a los hijos, sobreexigiéndoles y reprendiéndolos si no cumplen con la expectativa.
SOBREPROTECTOR
Exigencia nula o muy baja.
Nivel de afecto muy elevado.
Pocas reglas o normas.
No hay imposición de límites o estos no son claros.
No hay individualidad, en ocasiones, hay fusión con alguno de los padres.
Se otorgan demasiados premios.
Se les consiente demasiado.
Se justifica y permite todo.
No hay repercusiones o consecuencias por los actos.
RESPETUOSA
Nivel de exigencia conforme al desarrollo del niño.
Alta expresión de afecto.
Normas y reglas claras y concisas.
Se reconocen los logros.
Apertura al diálogo y la confianza.
Límites flexibles.
Las consecuencias de los actos, están adaptadas a la situación.
El niño es capaz de comprender y asumir su responsabilidad, pues desarrolla la capacidad de autogestionarse.
Como podrás notar, cada una permea de manera diferente el desarrollo y la cognición del niño. En ocasiones, llegamos a confundir estos estilos, y algunas madres o padres, llegan a polarizar entre la autoridad y la permisividad.
Lo que busca la crianza respetuosa, es que los niños aprendan sobre límites y consecuencias, sin necesidad de amenazarlos, golpearlos, criticarlos, minimizarlos, castigarlos o premiarlos de manera excesiva; lo cual a largo plazo, puede acarrear otras problemáticas como agresividad, baja autoestima, problemas en conductas adaptativas, conflictos con la autoridad, y algunos trastornos mentales.
La labor como padres, consiste en establecer las normas y los límites que regirán la vida familiar, a fin de regular el comportamiento de los hijos; por lo que en cada padre o madre recaerá la tarea de analizar y reflexionar si las pautas son violentas, autoritarias, permisivas o sobreprotectoras, a fin de modificarlas por una crianza respetuosa desde la parentalidad positiva.
La crianza respetuosa resulta una gran herramienta cuando los hijos están en desarrollo, pues ayudará a los niños a comprender que sus actos tienen repercusiones, conllevando a la reflexión, autoanálisis y autogestión; así como a la asunción de responsabilidades sin experimentar fastidio, rebeldía o inclusive, culpa.
Diferencia entre castigo y consecuencia
Castigo
La intención es causar incomodidad.
El control es externo (desde otras personas).
Tienen que ver más con la persona que con el acto que realizó.
Parece que funciona, pero la conducta castigada u otros conflictos pueden presentarse en algún otro contexto.
Puede producir obediencia, pero desde el resentimiento, el temor y la culpa.
Consecuencia
La intención es obtener un aprendizaje desde el autoanálisis y la autoreflexión.
El control es interno (autogestión).
Tiene relación con el acto.
Promueve la responsabilidad.
Sus efectos perdurarán de por vida, pues se vuelven hábito y crean consciencia de los actos y sus consecuencias.
Es importante dejar de etiquetar a los hijos u otros niños, como “mal portado", "desobediente", "malcriado”, etc.; pues con esto juzgamos menos y optamos por buscar otras estrategias diferentes al castigo, las nalgadas, pellizcos, entre otras; esto contribuirá a que aprenderemos formas más eficaces y respetuosas para criar.
Pautas de crianza respetuosa
Comunícate con tus hijas e hijos de manera positiva
Recuerda dirigirte a tus hijos como te gustaría que lo hagan contigo, con respeto y empatía.
A veces experimentamos cansancio, estrés o irritabilidad frente a problemas y preocupaciones que se nos presentan en la vida diaria; en ocasiones, puedes descargar ese enojo con tus hijos, inclusive, es probable que después experimentes remordimiento por haber reaccionado así. Haz consciente cómo regulas tus propias emociones, pues la mayoría de las reacciones que vemos en los hijos, son aprendidas de los padres o personas cercanas. Reconoce si también es necesario que aprendas a gestionarlas.
Trata de no canalizar las emociones negativas a tus hijos, tómate tu tiempo, respira, reflexiona, procura no gritar, para que puedas entablar un diálogo afectuoso y respetuoso (sin elevar el tono de voz o decir groserías….).
Establece reglas claras y consecuencias de acuerdo a su edad
Antes de determinar alguna consecuencia, infórmate de lo que sucedió, así podrás aplicar un correctivo que tenga relación con el acto.
Tus hijos necesitan saber lo que es aceptable y lo que no lo es. Asegúrate de que sepan por qué son necesarias las reglas y las razones de establecerlas.
Es importante hacer notar que si se rompen, habrá consecuencias. No como imposiciones o castigos, sino como acuerdos necesarios para la convivencia.
Permite que tus hijos participen en las decisiones
Dales oportunidad de que decidan cosas conforme a su edad.
Su participación en el establecimiento de normas de convivencia, ayudará a desarrollar su sentido de corresponsabilidad, a no ser dependientes, ser resolutivos y más organizados.
Cuida, fomenta y fortalece el vínculo afectivo
Desde su nacimiento y en todas las etapas de crecimiento, demuestra afecto y apoyo.
Comunica tu cariño de manera abierta y respetuosa.
No rechaces las muestras de afecto de tu hijo o hija.
Permite que te exprese lo que siente, sin juzgarle.
Puede suceder que en algún momento tu hijo o hija, no accedan a estas muestras de afecto; no lo obligues, intenta recurrir al diálogo, a fin de saber el por qué no está dispuesto a ese gesto en ese instante.
Recuerda: una muestra de afecto NO es un "golpecito", un "manacito", un "sape", decir "estás "tontita/o"... sino, por ejemplo: una caricia, un beso en la mejilla o la frente, una palabra de aliento y de reconocimiento: "reconozco tu esfuerzo", "lo estás logrando", "cuentas con mi apoyo".
Ten presente que tú también aprendes de ellos
A prodigar cuidados, cariño y atención.
Te brindan otra perspectiva.
Te ayudan a tener un pensamiento más flexible y resolutivo.
A controlar los pensamiento negativos, impulsos, y miedos.
Te enseñan a jugar, divertirte, y disfrutar, “a ser niño” de nuevo.
Pasa tiempo de calidad
Dedica tiempo para interactuar y jugar con tus hijas e hijos.
Intenta que el mayor tiempo que pases a su lado sea interactivo y dinámico.
No menosprecies sus intereses (no lo juzgues por la música que escuchan o por los programas que ven).
Hazle saber que es importante estar a su lado.
¿Qué es tiempo de calidad?
En realidad, casi cualquier interacción con tus hijos puede convertirse en tiempo de calidad, la clave está en el interés, la atención y el disfrute que también le imprimes a ese momento.
El tiempo de calidad, implica mostrar interés genuino de conocerlos, pasar un rato agradable con ellos, escucharlos activamente y comunicarte de manera asertiva, procurando conversaciones en donde no le juzgues, no le cuestiones constantemente, no le interrogues, reprimas, o regañes; inclusive, evitar dar tu opinión desde el "deberías...", "no deberías...", "te lo dije", "te lo advertí", o comparándolo: "yo a tu edad", "¿por qué no eres como tu(s) hermano(s)".
Comprende que cada niña y niño es diferente
Respeta cada etapa y se paciente.
Permite que desarrollen su individualidad.
No lo compares.
Encomienda tareas conforme a su edad.
Recuerda que tus hijos están aprendiendo a controlar sus emociones, a explorar su mundo y a respetar límites.
Escucha su punto de vista.
No esperes que las actitudes cambien de la noche a la mañana. Los cambios llegan gradualmente y de acuerdo a las características cada niño/niña.
Comprende que los niños, hacen cosas de niños (jugar, bromear, reir...).
Déjalos que se equivoquen y aprendan de la experiencia (siempre y cuando esto no implique un riesgo para ellos).
Basa la crianza en la participación igualitaria de padres y cuidadores
Si es que tienes necesidad de dejarlos al cuidado de otros adultos (abuelos, tíos, etc.), establece acuerdos tanto con ellos como con tus hijos, de modo que aún en tu ausencia, las reglas se sigan acatando, solicitándoles que también se dirijan con respeto; y a fin de que los conflictos se solucionen en el momento. Esto puede evitar que tus hijos te vean como "el malo o la mala, a quien le dan la queja y únicamente llega a regañar".
Cuídate y piensa en ti
Si mamá, papá y las personas cuidadoras están y se sienten bien, ayudará a que todos se relacionen de mejor manera.
No pases de largo tus necesidades. Procura tu autocuidado.
Recuerda que NO únicamente funges como padre o madre, también desempeñas otros roles en la sociedad.
Dedica un tiempo exclusivo para ti, para hacer lo que te gusta.
Ten presentes cuáles son tus intereses.
Descansa y come a tus horas.
Reconoce e identifica cuándo solicitar y buscar ayuda.
Recuerda que ellos aprenden del ejemplo, por lo que es recomendable que seas congruente con lo que les pides:
si exiges respeto, trátalos con respeto;
si quieres establecer límites, asegúrate de que tú también los tienes;
si demandas que sigan las reglas, procura no saltarte ninguna;
si buscas que sean disciplinados; comprueba que tú también lo seas.
No es sencillo, pero con paciencia y esfuerzo se puede lograr.
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