RELACIONES de pareja SANAS
A la pareja, la inventamos, y luego nos quejamos cuando no responde a la idea que nos hicimos de ésta.
Una pareja es el encuentro de dos personas que desean estar juntas porque comparten proyectos y/o afinidades sociales, intelectuales, sexuales, afectivas, éticas y muchas otras cosas, que son características de esa pareja en particular. Está compuesta por personas con idiosincrasias y anhelos propios.
Las diferencias estarán presentes en esa unión formada por individualidades que enriquecen un conjunto, por lo que ambos deben estar dispuestos a compartir y buscar un equilibrio común. Además, de comprender y aceptar las diferencias del otro, sin querer cambiarlo para que se ajuste a las propias necesidades y expectativas.
El concepto de "amor de pareja" se ha construido socialmente a lo largo de la historia, imponiendo las maneras de expresarlo, que se basan en contenidos asociados a su alrededor; por ejemplo, el lenguaje amoroso, las formas de gozarlo y de sufrirlo, así como los modos “femenino y masculino” de demostrarlo.
El amor está profundamente condicionado desde lo cultural, y se ve permeado por los moldes que dan forma a los comportamientos amorosos de una pareja.
Culturalmente, muchas mujeres cuidan a los hombres como si fueran sus hijos, pero les reclaman como a padres; y muchos varones tratan a las mujeres como hijas, pero exigiéndoles como a madres. Esta idea errónea de cuidados y exigencias, propicia muchos problemas en la vida de pareja, pues no se ha logrado desvincular el amor materno/paterno-filial y hacer la distinción con otro tipo de amor, el de una pareja.
También existe un sesgo en cuanto a creer que amar, implica sacrificio y sufrimiento.
Lo más cercano al amor equivale a:
Libertad
Estar juntos, pero seguir siendo dos
No tratarse como objetos
Relacionarse de forma genuina y productiva
Entender que una pareja es un sistema en constante comunicación
Estar dispuestos a aprender del otro y por el otro
Priorizar los compromisos
Respetarse mutuamente
La palabra respeto proviene de respicere (mirar), hace alusión a la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única.
Amor y respeto, no significan temor, sumisa reverencia, ni explotación; sino, querer que la persona amada crezca y se desarrolle, en forma propia, y no para servirnos.
Esto será posible si se ha alcanzado autonomía e independencia y se ha comprendido que el amor comienza cuando somos conscientes de que las necesidades de otra persona, son tan importantes como las nuestras.
Cuando las personas dejen de responder a los mandatos culturales y experimentar la culpa destinada a alimentar la dependencia como comportamiento noble; serán capaces de crear vínculos amorosos sanos, sin demandas, exigencias, ni reclamos.
Fuente: Coria, C. (2011). El amor no es como nos contaron: . . . ni como lo inventamos. Grupo Planeta (GBS).
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